viernes, 5 de agosto de 2016

De lunes a viernes

Olvidate de dónde naciste. Olvidate por un rato cómo te llamás, cómo se llaman tus amigos. Olvidate dónde vivís y olvidate de las cosas que te gustan y de las que no. No pienses en la ropa que usas, tampoco pienses en que año estás y en que año tu vieja te trajo al mundo.
Olvidate por un momento de todo lo que te rodea y ahora sí, imaginate desnudo, virgen, sólo vos. Imaginate humano, sin nociones positivas o negativas, imaginate siendo no juzgado y también imaginate sin juzgar a los demás.
Estás ahí, sólo, desnudo, un humano que vino a ésta vida por obra natural gracias a esa mujer que te concibió. 
Estás ahí, completamente vacío de cargas y valores.
Y ahora preguntate:

¿Estarías preocupado si pensás en cuantos años tenés?
¿Te alegrarías un día sí y otro no? ¿Diferenciarías tu felicidad como lo hacés si pensás en un viernes o en un lunes?
¿Te importaría si se te acerca otro humano como vos, si le gustan personas del mismo sexo, si cree en el sol o en la luna como su fuente de vida?
¿Importaría si tus ropas tienen un bordado que las clasifica en diferentes "marcas"?

Muchas de las cosas materiales e inmateriales que se posan en nuestros pensamientos, hoy en día, tienen cargas positivas o negativas de acuerdo a códigos sociales compartidos o a construcciones históricas relacionadas con la intervención del hombre en el mundo. 

Pensalo de nuevo, otra vez, lleno de esas construcciones sociales: ¿Es un mejor día éste por ser lunes o por ser viernes?


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